Evolución de la inversión de impacto en España
En el evento anual de SpainNAB del pasado junio la asociación anunció que las gestoras españolas de fondos de impacto estaban gestionando activos por un total 436 millones de euros al cierre de 2021. El anuncio apuntaba a la buena evolución de la cifra, que se ha multiplicado por casi 5 veces desde los 92 millones de euros al cierre de 2018 hasta los 436 al cierre de 2021.
A pesar de este crecimiento la cifra de 436 millones palidece ante las cifras registradas en los países de nuestro entorno. En Alemania, Reino Unido, Holanda, Francia o Bélgica existen gestoras de gran tamaño con activos bajo gestión que multiplican el total de los activos de todas las gestoras españolas. Además, si miramos más de cerca la cifra de 436 millones, vemos que más del 40% corresponde a una sola gestora, GAWA Capital, mientras que el resto está atomizado en 9 gestoras pequeñas que gestionan entre 10 y 55 millones de euros cada una.
Si queremos competir a nivel europeo necesitamos superar nuestros egos individuales y avanzar hacia un proceso de alianzas y consolidación que permita la creación gestoras que tengan la escala suficiente para poder competir con los países de nuestro entorno.
Esta consolidación es especialmente necesaria en un momento en el que existe una gran confusión sobre lo que es la inversión de impacto. La no inclusión explícita de la inversión de impacto en el Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles de la Unión Europea (SFDR) ha provocado que cualquier fondo con un objetivo de sostenibilidad (artículo 9 de dicho Reglamento) que hasta ahora se llamaba ESG ahora se autodenomine “de impacto” aunque no genere adicionalidad ni tenga un objetivo transformador.
Si queremos sobrevivir como sector urge consolidar un número de gestoras que puedan competir, sumando un mayor número de inversiones que amplíen el “track record”, un mayor volumen que permita acceder a grandes inversores institucionales, una más numerosa gama de retos atendidos y un enfoque geográfico más amplio.
Cómo la inversión de impacto cubre necesidades de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
La inversión de impacto pretende contribuir de forma positiva a la solución de un reto social o medioambiental específico y desatendido. Por desatendido se entiende que en el mercado no existen actualmente las soluciones o el capital necesario para resolver dicho reto. Por ello, una de las principales características de la inversión de impacto es la “adicionalidad” ya que trata de añadir nuevas soluciones o hacer fluir nuevo capital hacia esos retos.
El Impact Management Project (IMP) nos ayuda a entender y diferenciar lo que es la inversión de impacto. Según el marco IMP, un reto desatendido es el que cae por debajo de un determinado umbral, siendo los umbrales las metas específicas de cada ODS. Los siguientes dos ejemplos pueden ayudar a comprender lo que el IMP entiende por inversión de impacto:
- El ODS 1 Fin de la Pobreza tiene como meta específica “erradicar la pobreza extrema para todas las personas en el mundo, actualmente medida por un ingreso por persona inferior a 1,25 dólares al día” Por lo tanto, todas las personas con ingresos por debajo de 1,25 dólares al día están por debajo del umbral establecido por dicha meta. Un ejemplo de inversión de impacto sería una inversión en una empresa social que presta productos o servicios destinados a que las personas bajo el umbral realicen una actividad productiva y con ello aumenten sus ingresos hasta estar por encima del umbral.
- El ODS 13 Acción por el Clima tiene como meta específica “fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en todos los países”. En este caso, la población que no tiene capacidad de adaptación ante el cambio climático está por debajo del umbral. Un ejemplo de inversión de impacto sería la inversión en una empresa social que vende activos de adaptación a pequeños productores agrarios a precios Asequibles, creando resiliencia en los mismos.
Además, el IMP requiere que la contribución a ese “levantamiento del umbral” sea sustancial y medida. Generalmente esta contribución sustancial pasa por la transformación de las entidades invertidas para amplificar su impacto de forma que los ecosistemas locales queden transformados para que el impacto dure a largo plazo. Todo ello bajo un sistema robusto de medición, gestión, evaluación y verificación externa del impacto.
Es importante resaltar que las inversiones que no se enfocan en retos desatendidos o no son capaces de medir la contribución a la solución de ese reto caerían bajo otras categorías de inversión responsable o sostenible fuera de la inversión de impacto.
¿Puede la inversión de impacto cambiar el mundo?
A pesar del potencial transformador y de la adicionalidad que la inversión de impacto genera, no podrá resolver por si sola todos los grandes retos a los que nos enfrentamos. La filantropía tradicional basada en donaciones es un pilar fundamental del desarrollo y los mejores resultados se han producido cuando se combina filantropía e inversión. Un ejemplo de esto es la combinación entre inversión de impacto y asistencia técnica. Esta última es un recurso de donación y sirve para ayudar a solucionar obstáculos en la cadena o en la empresa invertida que van más allá de la inversión o que por si solo no sería rentable solucionar.
Es importante también recordar que la inversión de impacto no existiría si no existieran empresas sociales en las que invertir. Por ello, los inversores de impacto tenemos que reconocer con humildad que no somos más que intermediarios entre los dueños de capital y los emprendedores sociales y si somos buenos intermediarios podremos llevar parte de esos sueños de los emprendedores a los inversores y así movilizar el capital necesario.
A pesar de lo anterior, creo que la inversión de impacto sí será capaz de realizar un cambio significativo en el mundo si es capaz de movilizar talento joven hacia firmas o empresas con propósito, si es capaz de tejer redes de apoyo con los emprendedores sociales, apoyándolos en todas sus etapas, si es capaz de movilizar capital público catalítico para lograr movilizar capital privado a gran escala y, sobre todo, si es capaz de consolidarse para lograr un sector robusto mientras mantiene su “pureza”.
Escrito por Agustín Vitórica
Fundador y Co-Ceo en GAWA Capital